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Sep 24 2017

Terremoto 19S17

Published by under Vida

Soy una persona afortunada, muy afortunada, no solo estoy vivo, si no que todas las personas a las que amo también lo están, tengo un techo donde dormir, y acceso a todos los servicios.
Sobreviví al terremoto del 19 de septiembre de 1985, cuando apenas contaba con 12 años, en su momento no alcance a visualizar el tamaño real del desastre que se provocó, sin embargo, por mucho tiempo no hubo escuela, no había agua, y teníamos escases de comida.

Hoy me congratulo de haber sobrevivido al terremoto del 19 de septiembre de 2017, si bien el daño no fue tan grande como el de 1985, si fue, a mi juicio, el terremoto que más temor me ha causado, y ello se debe a que lo sentí en un séptimo piso, en frente del WTC, y muy cerca del lugar (escasas cuadras) en donde muchos edificios se derrumbaron.

Por las condiciones del edificio, nuestro protocolo de protección civil, indica que debemos esperar hasta que pase el movimiento telúrico para hacer el desalojo, ello implica que debes de confiar a ojos cerrados que la integridad estructural del edificio se conservará, solo te acercas a una de la columnas principales y esperas, esperas y observas todo el movimiento a tu alrededor, esperas y escuchas los ruidos que emite el edificio al resistirse al movimiento, esperas, y tratas de conservar la calma.

Los segundos son eternos, y el proceso de desalojo tiende a ser frustrante, si bien estamos organizados, sabemos que hacer y cómo hacerlo, ello no implica que por nuestra mente pasen muchas ideas, donde las principales son el comunicar nuestro estado a los seres amados y esperar lo mismo de ellos.

Como es de esperarse, las comunicaciones fallaron, y había acceso esporádico a datos por medio del celular, las actividades comerciales fueron suspendidas, y de pronto, todos pensaban en como regresar a sus hogares.

He caminado por muchos kilómetros, hasta un lugar en donde el transito permitía avanzar, en mi trayecto, logre observar lo que para muchos es difícil de entender, lo que los extranjeros no comprenden y admiran, y me refiero al hecho de que la sociedad civil tomo el control del proceso de ayuda.

No solo observe a gente con polines de madera, civiles controlando el tránsito de las principales avenidas de la ciudad, niños ofreciendo agua a la gran cantidad de personas que caminan buscando llegar a su destino, todo esto en menos de una hora después del suceso.

Mas tarde, ya más organizados, la ayuda se concentró en la misión principal, búsqueda y rescate de las víctimas, adicionalmente a ello, una red de soporte de creo, para llevar víveres, comida y medicamentos.
Y al igual que en 1985, somos y seremos ejemplo de solidaridad, de organización, y de un fuerte sentido de comunidad, como en ese momento, hoy día me siento orgulloso de vivir en donde vivo, de ser lo que soy, un mexicano.
Los temblores siguen, y al menos a nivel personal, estamos subsanando los errores que encontramos en este evento, a fin que, en caso de requerirse nuevamente, estos no se presenten.

Ello no implica que no sienta un temor terrible al escuchar la alerta sísmica, consientes que tarde o temprano llegara una réplica de una intensidad suficiente como para volver la activar.

Como lo dije en el inicio, soy una persona afortunada, muy afortunada.

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